viernes, 20 de agosto de 2010

La pérdida

En todas las situaciones de mi vida, me ha tocado perder, nunca he sido yo la princesa de  su príncipe, ni mucho menos la niña de los ojos de nadie.
Nací en un pueblo de una gran ciudad, donde las pesetas eran escasean pero la hambruna  abundaba en mi familia.
Soy la del  medio, la que no sabe si imitar a los mayores, o a los pequeños, la qué debía cuidar a los pequeños y tbn obedecer a los mayores.
Mi padre, un hombre inexistente, y mi madre una mujer ruda, fuerte, y con muy mal carácter.
Eramos 7 hermanos, y una abuela , dos perros, cinco gatos  y mi madre en casa.
Crecí deprisa,  porque no había tiempo de risas o sueños, aunque aun así, me atreví a soñar.
Marcelino era el hijo pequeño del dueño de la carnicería de mi barrio, era  de mi  misma edad,  apenas nos llevábamos unos  meses, 
Cuando cumplí 21 años me casé con Marcelino y mi vida se paralizó a los pocos meses de la boda, ésta no se celebró dada las circústancias, pues el embarazo  no me permitía ser una mujer digna.
Marcelino fue un buen hombre commigo, no tuvo tiempo de ser malo, porque a los dos meses de la boda, le dió un ataque de corazón  y se murió.
Asi, sin más,
tuve que volver a casa, agachando cabeza, y con una barriga de 6 meses.
A los pocos meses, nació mi hija Antonia,  qué ha sdo y es mi bendición,
ya no tengo nada que contar más, no ocurrió nada más en mi vida, solo la de otros, empecé a vivir mi propia vida observando como mis hermanos se casaban y  formaban una familia, yo, por lo contrario, tenía que quedarme en casa,  no estaba bien dada mi situación vivir de otra manera.
He estado 30 años al cuidado de mi madre,  hasta que hace unos meses ha fallecido, mi vida con ella ha sido muy dura, sé que no está bien decirlo, pero es cierto,  ella, solo ella, me ha reprochado  hasta el último momento  el castigo que  me ha mandado dios.
Mi hija Antonia ha tenido más suerte qué yo,  he trabajado muy duro para que ella  tuviese una vida digna, y sé que  lo he conseguido, hoy está felizmente casada, pero no vive aqui en España,  su marido es de nacionalidad Francesa y vive en un piso a las afueras de Paris.
tiene dos niños  preciosos, es mi alegría, aunque  la última vez que los he visto ha sido el día de su bautizo.
Al escribir estas cuatro letras me doy cuenta que he perdido el tiempo de ser feliz, de amar, de vivir experiencias positivas, por no enfrentarme a quién me lo prohibió.
soy consciente que mi hija no viene más porque siempre estoy mala, siempre estoy enfadada, siempre de alguna manera la culpo de mi desgracia.
hace muchos años, mi hija antes de casarse me pregunto: -¿Madre, realmente me quieres?
No la pude ni contestar, ella entre lágrimas  se fue llorando.
Por mi cuñada, supe que había tenido dos niños, y por mediación de mi misma cuñada mi hija me invitó a su bautizo,
Fuí, pero más bien porque debía ir,  tbn tenía unas ganas tremendas de abrazar a esos pequeños, su abuelo seguro que le hubiese gustado conocerlos,
El viaje no me sentó nada bien, y  llegué de muy mal humor,
fuimos parte de mi familia, pero yo no tenía  ganas de celebrarlo, me dolía todo, sé que no estuvo bien lo que hice, pero no puedo engarnar más, una vez tuve a mis nietos mellizos delante de mi, sentí, una sensación que me dio ganas de huir,
dicho y hecho, me fuí,
Desde aquella mi hija no me habla.
No me siento bien, voy a dejar de escribir, sólo puedo decir, qué todo lo que escrito es lo que siento, si soy un mostruo , yo no lo creo.

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