La guerra

Una llamada,

un qué tal, sin sentir, solo por decir.

Una escusa , un encuentro..

Ahora qué te tengo  delante, nos observamos amb@s.

Tú alzas la mirada, con la posibilidad de la arrogancia, pero yo te miro a los ojos, de frente sin el permiso de tu soberbia.

Nos sentamos, al momento pero antes he querido darte la mano, tú en cambio la has rechazado ¿Cómo vas a permitir ser colega de una persona qué a tu entender, va de flipada, hablando de valores, de conciencia del triunfo de ser un@ mism@?

¿Le apetece tomar algo? te pregunto con el máximo respeto que puedo inventarme en ese momento.

-No gracias, al tema mientras piensas, si, quiero tomar algo con usted, así beberé la esencia del amor , de la amistad y el querer, pero no debo mostrar mis debilidades, más bien ignorancias, puede que se vayan así o se mitiguen..

Me acomodo  en mi lugar, pero no sé qué postura poner cuando hablas de algo que no te entiendo, porque no quiero.

Por eso; observo, me ha llamado la atención tus manos, tu forma de expresar, tu manera de  entrelazar palabras sin significado propio pero muy bonitas a la hora de  adornar un escenario tan artificial.

Mientras observo  me pregunto ¿esas manos a quién ha tocado, cómo ha sido sus últimos años?

Tú en cambio lloriqueas por algo qué ni tú sabes su nombre.

Dos conversaciones, sin entendimiento, dos personas, y un solo tema: La dignidad.

-No  lo conseguirás, siento con mi mente, me dice

Me encojo de hombros, ¿Cómo se puede sentir con la mente? que yo sepa la mente es un músculo que recoge información la almacena y la podemos utilizar a modo de recuerdo o hábitos  en nuestra rutina...

-Eres muy...

y tú  persona sin nombre ni apellido tienes tu jardín interior lleno de basura, te ríes de mi forma  de ser, pero hay algo qué yo sé y tú ignoras,  si quieres perder el tiempo, haz lo, pero recuerda, qué yo pertenezco al club de los qué son libres,

-Tu risa es sonora, la mía en silencio.

Tiempo al tiempo, qué gane el mejor.